Que tal mis queridos lectores, hoy toca, les toca adentrarse en estos firmes y potentes temas de los deportes. Cabe destacar que esto ya es más una columna deportiva que una columna chorchera, pero en fin creo que el blogboton es libre y aquí nos quitamos esa parte tan rígida a la
que a veces nos somete la vida académica.
Hace exactamente 8 días, asistí a una conferencia sobre la presentación en la facultad de un libro titulado “Quiero ver Sangre”, libro de la autoría de Raúl Criollo, José Xavier Návar y Rafael Aviña. Dicha presentación se suscitó en el auditorio principal, “Ricardo Flores Magón”. La verdad es que me dio pena llegar un poco tarde, pero más pena me dio ver el auditorio sólo con 15 personas aproximadamente.
Pero bueno, entrando a cuestiones interesantes para todos los que gozamos de las artes del pancracio, este libro es apasionante, porque no habla sobre el arte de la lucha libre como tal, sino hace toda una revisión histórica acerca del cine de lucha libre, abarca películas como la de “la sombra vengadora”, y las múltiples zagas del Santo contra esto y el otro.
Una reflexión muy interesante que me encantó de uno de los ponentes (es uno de los tres escritores, pero la verdad no recuerdo cuál era su nombre), es que este cine hace volar tu imaginación; habla de cosas tan ilógicas que terminan siendo tan entretenidas como el tener una máquina del tiempo, un laboratorio con tu pantalla y te puedas comunicar con el Santo por su reloj o bien en el automóvil, pelear contra momias y mujeres vampiro, entre otras cosas.
A las personas que nacimos en los 90, el hablar de este cine es volver a recordar nuestra infancia, el sentarse todos los sábados a esperar las películas de los luchadores favoritos y emocionarse al ver que el Santo y Blue Demon luchan juntos contra los “espectros”, y también preocuparse cuando a alguno de los dos protagonistas lo raptaron los enemigos o está siendo apabullado por estos mismos.
Otra de las reflexiones que se dieron fue que, era increíble cómo es que a este buen cine se le criticaba que se veía el hilo de los murciélagos y ese tipo de errores, que hacía que recibieran amplías criticas, pero nadie decía nada al ver a Pedro Infante cabalgar en su caballo y de repente cantar y que de la nada se escuchara como fondo un mariachi acompañando al buen Pedrito, y solamente todos estaban enfocados en lo bonito que cantaba. Los dos cines marcaron una época y los dos son sumamente buenos, es por eso que creo que se deben de ver únicamente como buenos cines, que marcaron a una generación, dejando de lado la crítica.
Una reflexión personal fue derivada de una pregunta que se le hizo a los ponentes, la cual era más o menos la siguiente "¿Por qué en la actualidad no se puede dar un cine como ese?". Las respuestas fueron orientadas hacia la falta de un icono en la lucha libre, como lo fue el Santo, pero yo me pregunté "¿Qué pasaría si el cine de luchadores fuera en esta época?". El Santo, por mencionar a alguno, ¿contra quién pelearía? ¿Combatiría al narco al lado de FCH? ¿Su principal enemigo dejaría de ser una momia, para ahora ser el Chapo? ¿Su tecnología estaría patrocinada por Apple? Creo que son preguntas que no tienen cabida, porque es impensable regresar a ese cine tal cual fue. Un cine de luchadores en la actualidad tendría otras connotaciones y otras tramas que dejarían lo irreal y la lucha cuerpo a cuerpo para luchar con armas.
En fin, no olvidemos recordar aquellos detalles que nos hicieron pasar buenos ratos en una época de tu vida (infancia, adolescencia, etc). En lo personal, este cine de luchadores me trae muy buenos recuerdos de mi infancia, como buen aficionado a la lucha libre que soy.
El “Deivid”.