domingo, 27 de julio de 2014

Disertaciones sobre la identidad patria

Ya acabó -a Dios, gracias- la fiebre mundialista que tantas emociones exalta en el individuo y a naciones enteras deja brutalmente deprimidas. El fin del Mundial es comparable con el fin del Mundo mismo o, al menos, con el fin de una guerra de proporciones catastróficas.

Detrás de la deidad esférica no sólo ritualizan los "once de la tribu", también está de por medio el orgullo patrio, que viene a ser una maquinación política que se impronta en la somnolencia cultural de los pueblos. Todo es lo que parece: mientras los mexicanos seguimos siendo "a toda madre", los alemanes aniquilan sin piedad al enemigo, los argentinos dependen del caudillo (Messi), los colombianos del capo (James) y los argelinos se reclinan hacia la Meca luego de marcar un tanto. Reconviniendo e invirtiendo el apotegma del general prusiano, convendría decir que "el futbol es la continuación de la guerra por otros medios".

Pero la afirmación patria no es exclusiva de las naciones en conflicto (las que juegan al futbol), también trastoca a los que no están en el certamen: me impresiona la cronométrica exactitud con que los alemanes fusilaban 7 por 1 a los brasileños y los israelíes goleaban a los palestinos en Gaza con un finísimo juego aéreo.

La afrenta -en la cancha- la ganó Alemania, no sin antes pasar sobre históricos rivales: Argentina (recuérdense las luchas de 1986 y 1990), Francia (rememórense las disputas por Alsalcia y Lorena o las batallas del Marne), y Argelia (vengando la humillación del Mundial de 1982).

Por lo demás, hay más. Mientras la 'káiser' Merkel veía el juego final en el Maracaná, su homóloga la 'ché' Kirchner conversaba plácidamente con el 'zar-camarada' Putin, quien a su vez declararía unos días después (quizá aún con la resaca futbolera) que ya no es sostenible un mundo "unipolar", que el equipo de los BRICS tal vez buscaría nuevos fichajes en el mercado de invierno.

Mientras aviones caen en Ucrania, aves de pólvora se siguen alzando en el Medio Oriente. Y así, las golondrinas de Brasil 2014 emigrarán a Rusia, cuando ésta vuelva a ser el imperio del mundo -futbolístico, claro está- en 2018. 

LICANTROPÍA: Mañana 28 de julio se cumplen 100 años del inicio la “Gran Guerra”. El balón sigue rodando.

Rubén Torres.

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