martes, 29 de julio de 2014

¡Me falta el pinche título!

Adquirí un coche para tener mayor comodidad y movilidad en la vieja ciudad de hierro. Seré sincero, la emoción y adrenalina de conducir a alta velocidad (dentro de lo legal) son increíbles, sin mencionar la comodidad y el ahorro de tiempo en el traslado; sin embargo, el contacto humano que es característico de viajar en transporte público se extraña. Así es, se extraña y bastante.

Aunque se niegue y se diga lo contrario, el ir a “la chamba” a diario es una rutina insoportable y tediosa. Eso sí, no hasta que se llega al transporte público, porque ahí uno atraviesa un umbral donde los sucesos y personajes más extraños son posibles.

Primero lo primero, escuchas la alarma que has activado una noche antes. Seguro es la de tu móvil, con ese tono motivador que se escucha al ritmo de "Eye of the tiger", interpretada por Suvivor, "Don't stop me now" de Queen, "Smells like teens spirit" de Nirvana o "El sonidito" de la entrañable banda de tierras nayaritas Hechiceros Band. Después de 3 o 4 “posponer alarma”, te levantas con mucho ánimo (porque se te hace tarde).En el transcurso de tu cama al baño te has desnudado, has lavado tus dientes y sobre todas las cosas has eliminado todo estrés con la respectiva “rascadita” matutina de tus DOS órganos glandulares coproductores de espermatozoides y hormonas; entonces mojas, orinas, enjabonas, mohicana, enjuagas, rasuras, gárgaras, mojas y listo, has salido del baño.[1]

El momento de vestir depende de cada individuo y está adaptado según la ocasión y necesidad, pero en resumidas cuentas se traduce en vestir ropa limpia (o que huela a limpio), que no te ajuste y que vaya con el lugar al que te diriges, sería algo así como: Seca, calcetines, calzoncillos, desodorante, crema humectante, baile en el espejo, cabello, gel (o cera), pantalones, camisa, baile o muecas en el espejo, complementos, zapatos, llaves, cartera, teléfono móvil  y “ya me voy”.

Es entonces cuando todo empieza a tornarse “cómico, mágico, musical”. Te diriges hacía “la parada” del transporte, esperas que el amable operador con la unidad[2] que te trasladará a tu destino llegue. De pronto, a lo lejos observas un nubarrón de polvo: es la unidad de la ruta “sepancuántos” que se aproxima a toda velocidad. La fila ya es larga (¿hay filas cortas?), delante de ti, a 5 o 6 individuos, está la niña más linda de tu “barrio”, acicalada y oliendo a dulce, preciosa, con la naricita perfecta y los ojos cristalinos; voltea y te observa invitándote a que te sientes al lado de ella. Es una pena que detrás de esa diosa se encuentre doña Toñita con sus 3 hijos de 3, 2 y 1 un año de edad y que desde el momento de tu llegada no paran de llorar, gritar y hacer ruidos. Tras de ella el señor David, furioso por que Jimenita la noche anterior no lo dejó dormir y trae tremenda desvelada, ha mentado madres en por lo menos 8 ocasiones; inmediatamente el gusano alienígena obeso nacido en Nal Hutta: Jabba “de Hutt” Desilijic Tiure, bueno en realidad no es él, pero las proporciones inmensas del tendero de la cuadra hace que Jabba de Hutt parezca pequeño; Doña Irene y su marido Clemente, la pareja modelo por sus 45 años y contando de dulce matrimonio, claro, si no fuera por sus discusiones que siempre terminan en gritos halagadores no habría problema de viajar con los dulces viejecitos, y claro tú, que tienes el tiempo encima y atrás de ti por lo menos otras 7 o 9 personas que se convertirán en personajes que harán de tu viaje inolvidable.

Pero si les ha gustado nos podremos leer cuando tenga más tiempo de escribir. No es fácil ser un Godínez alfa lomo plateado; además, debo de formarme antes de las 6:00 pm porque se me puede hacer tarde para llegar a casa


[1] Nótese que hago una descripción del caso masculino, ya en futuras entregas mi amigo el Conde nos explicará el caso femenino
[2] Entiéndase por UNIDAD a cualquier colectivo, pesero, microbús, trolebús, camión, chimeco, combi, vagoneta y un extenso etcétera.

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